Tus emociones influyen en tu alimentación

Tus emociones influyen en tu alimentación 

Pocas personas tienen consciencia de la estrecha relación que existe entre sus emociones y la manera en que se alimentan.  Nuestro estado emocional nos lleva a ingerir ciertos alimentos, así como los alimentos nos inducen a diferentes estados emocionales. 

  • Comemos al ritmo que andamos. Si estamos acelerados y de prisa comeremos rápido y por ende mayor cantidad de alimentos.
  • Elegimos comer según nos sintamos. Se ha demostrado que buscamos inconscientemente los azucares cuando experimentamos soledad o falta de afecto.  
  • Cambiamos de horarios de alimentación según nuestro estado emocional. Saltamos comida a causa de tristeza o estrés o comemos antes de los horarios regulares por ansiedad. 
  • Comemos sin tener hambre, buscando inconscientemente algo sin saber que es. La comida se convierte entonces en un refugio.
  • Comemos para gratificarnos por logros alcanzados. Desde niños nos enseñaron la idea de ver los alimentos como un premio.
  • Lo que comemos afecta nuestro estado anímico y nuestro nivel de enfoque y concentración.  Algunos alimentos provocan un efecto de pasividad y pesadez en el cuerpo y en el estado anímico. 

Es importante tener equilibrio emocional para alimentarnos adecuadamente y crear una relación armoniosa con los alimentos.  Algunas personas someten su cuerpo a dietas rígidas y restrictivas que pueden conducirlas al sufrimiento.  

Recomendaciones para una alimentación emocionalmente sana

  • Comer lento, consciente y tranquilo.  Cuando comas dedícate sólo a comer. No veas televisión, ni tu celular, tampoco hables de un tema desagradable en la mesa.  Cuando el acto de comer es placentero, aumentará el poder nutritivo de cualquier alimento y el bienestar emocional.
  • Incorpora atención plena (Mindfulness) a la hora que comas. Intenta sentir los olores, sabores y texturas de lo que comes. Observa los colores y formas sin ningún juicio de si se ven o huelen bien o mal.  Si llegan pensamientos déjalos ir y regresa tu atención al acto de comer. Mastica el alimento hasta que prácticamente lo hayas degradado al máximo y luego traga.  Realiza pausas en todo el proceso, inhala y exhala lentamente en todo momento.  Verás que comes menos y quedas saciado física y emocionalmente.
  • Evita comer sin hambre. No comas por inercia o por impulso. Trata de pensar y sentir: ¿Para qué estoy buscando comida?, ¿cómo me siento en este momento?, ¿qué está sucediendo en mi interior y que puedo hacer al respecto? Si te aquietas, respiras lentamente y haces silencio llegará la respuesta y sabrás que no necesitas comer.  

Practica estas recomendaciones y tomarás mayor consciencia de la conexión cuerpo-mente-emociones.

  Ante todo, cultiva una sana autoestima y una relación armoniosa con los alimentos que son tu fuente de energía.  

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