Nací en un hogar
católico y soy católica contemplativa. Hace 19 años
me enamoré del yoga, y desde hace 7 años imparto clases. La experiencia del
yoga en mí vida, paralelo a mi participación e inclusive dirigencia en grupos
católicos, ha sido un complemento para mi crecimiento integral como ser humano.
En todos estos años he podido ver desde ambas perspectivas la gloria de Dios a
través de milagros recibidos en mi familia. Sin embargo, no todo ha sido fácil,
algunas personas me han criticado y juzgado por practicar yoga siendo
católica.
En occidente el yoga sigue siendo un tema
desconocido por la mayoría. Algunos artículos advierten los peligros del yoga
para los cristianos, calificando a las personas que practicamos como
ocultistas. Lo cierto es que después de tanto tiempo nunca he visto la
oscuridad o el diablo en mi vida, ni en la de mis colegas y alumnos, más bien
todo lo contrario.
Durante estos años como instructora he leído la
información que circula en contra del yoga para comprender la otra cara de la
moneda. La información viene distorsionada, por tanto, me he ocupado de
esclarecer los mitos más controversiales que he encontrado:
1. El yoga no es una religión. El yoga es una
práctica que inició hace más de 5000 años en las civilizaciones del valle Indo
y Sarawasti en la India antes de que hubiese una religión organizada en la
zona. Quienes diseñaron el sistema no eran religiosos. Con los años, el yoga se
difundió a otras áreas donde habitaban personas que practicaban religiones, y
así sucesivamente hasta el día de hoy a otros grupos religiosos y no religiosos
en todo el mundo. El yoga no pretende ser una religión, no excluye ni
contradice a ninguna y tampoco intenta cambiar la fe de los creyentes. En una
clase de yoga no se habla de religión, no se hacen invocaciones ni cultos
religiosos. A veces se repiten “mantras”, que no son más que sonidos o frases
en sánscrito (idioma antiguo del yoga) que ayudan aquietar los pensamientos.
2. Las posturas de yoga no hacen alusión ni adoración
a dioses. Las posturas reciben generalmente nombres de animales, objetos o
elementos de la naturaleza por la similitud con que se expresan a través del
cuerpo humano. Quienes crearon las posturas les fueron poniendo los nombres
según lo que más se parecía, por ello, las posturas reciben nombres como:
postura del gato, vaca, delfín, águila, arado, rueda, mesa, árbol, montaña,
entre otros.
3. La meditación es parte del sistema del yoga y no
es una práctica peligrosa. La meditación es un acto voluntario para estar en
quietud y silencio y de esta manera reducir los pensamientos de preocupación,
miedo, ansiedad, etc. No se medita con el fin de poner la mente en blanco. El
silencio de la meditación atrae paz no fuerzas oscuras, por eso Jesús meditó y
oró 40 días en el desierto. Cada vez más la meditación es indicada por
terapeutas, psicólogos y psiquiatras como terapia para reducir la ansiedad,
depresión e insomnio. Científicamente se ha demostrado que mejora la calidad de
vida física, mental y emocional del paciente ya que incide en el comportamiento
de las ondas y conexiones cerebrales.
4. El yoga no infesta a las personas de demonios.
Las personas que practican yoga son buscadores de luz, paz y bienestar, no del
mal y oscuridad. Cada quien atrae a su vida lo que busca. Una entidad oscura no
puede entrar en la mente o cuerpo de quien no lo ha invocado, o quien no abre
puertas de manera consciente o inconscientemente a la oscuridad. Las posesiones
oscuras se dan generalmente en personas que invocan espíritus malignos, que
practican cultos satánicos o juegan la Guija con fines espiritistas. Hace
varios años, en diferentes ocasiones me tocó junto a sacerdotes practicar
liberaciones espirituales, inclusive exorcismos a jóvenes que estaban
espiritualmente afectados por prácticas como las mencionadas. Nunca llegó
alguien afectado por practicar yoga.
5. El yoga no es un camino que excluye a Dios. Se
cree que al decir que el yoga produce relajación y paz compite o excluye a
Dios. También se piensa que los yoguis somos auto suficientes y buscamos la
paz, la sanación, la auto realización sin necesitar la gracia divina. Las
personas que practican yoga y tienen fe saben que esto es imposible. Podrías
practicar yoga 50 años pero si no se experimenta una vida interior profunda,
espiritual o religiosa con devoción, tu vida estará completamente vacía. No hay
poder más grande que el de Dios, el único.
Afortunadamente a lo largo de estos años varios
sacerdotes amigos y guías espirituales de diferentes órdenes me han apoyado en
mi práctica de yoga. He encontrado en mi Iglesia a través de ellos, amor y
acogida. Me siento orgullosa de ser parte de la iglesia católica y al mismo
tiempo poder servir a otras personas a través de mis clases.
Como dice la Biblia, el árbol bueno se conoce por
sus frutos. Le doy gracias a Dios porque ha permitido que el árbol de mi vida
sea abundante y rico tanto a nivel personal, familiar, como profesional y
social. Me siento bendecida.
El juicio a la práctica del yoga tiene un trasfondo
profundo ya que no sólo es al yoga, es a todo lo diferente y desconocido, a
cualquier otra religión, filosofía o estilo de vida. El día que podamos
trascender esto, respetar y entender que Dios está en todo y en todos, podremos
empezar a ser UNO, uno con Dios y El con nosotros (Jn 17:21).